El pasado fin de semana, he estado en la organización de uno de los eventos que más cariño tengo. El NoStop, una prueba deportiva que consiste en caminar todo lo que puedas hasta ir desgastando a tus rivales y ser el que más kilómetros consigue. Es una prueba sencilla, con ambiente familiar. Es una prueba donde los caminantes llegan al límite, después de dos noches sin dormir, con los pies llenos de ampollas, pero quieren seguir por demostrarse a si mismo que pueden andar un poco más. Un esfuerzo tremendo, con poca repercusión mediática y cada vez con menos premios (cosas de la crisis).
En el deporte vemos claramente una descompensación entre el esfuerzo realizado y el premio conseguido, al menos el premio económico. Igualmente sucede en el ámbito laboral. ¿Qué esfuerzo tenemos que realizar como jóvenes empresarios en Extremadura para conseguir un salario decente? ¿Cuántas horas tenemos que trabajar?. Cada vez tengo más claro que el dinero que puedo conseguir como empresario lo podría conseguir con menos esfuerzo en otros entornos laborales.
Por suerte no todo es dinero en esta vida, y el mundo empresarial me permite tener otras vivencias que no me permitirían otros trabajos. Pero también tengo claro que en alguna crisis de emprendimiento es fácil mandar todo a la mierda y buscar el camino fácil y estable que nos enseña la sociedad.
El NoStop es un sube y baja de sensaciones, tanto para atletas como para organizadores. Cuando llevas 24 horas sin dormir, organizando el evento, todo te parece una mierda y te gustaría ser funcionario. Pero cuando llega el final y ves deportistas que han recorrido 187 km por 150 euros de premio, sabes que merece la pena y más cuando una empresa decide renunciar a parte de su factura para subir esos premios a última hora, entonces entiendes que hay sitios donde merece la pena trabajar.
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